dimecres, 2 d’abril del 2014

LA MALLERENGA N 34.- Abril 2014

Tiana tenia la seva bruixa



Per un article de la “Revista Contemporánea” del 13 d’abril de 1905 tenim noticies de una pobre dona del segle XIX coneguda amb el nom de La Magdalena bruixa. Es reprodueix el mencionat article.
Recordamos haber visto varias veces, cuando niños, en el pueblecito de Tiana, a una pobre mujer anciana que vivía sola enteramente en su casita blanca rodeada de pequeño huerto y situada en las afueras de la población. Dicha mujer era allí conocida con el nombre de la Magdalena bruixa y, como tal se la tenía, nadie absolutamente se trataba con ella, ni compraba a penas en su pueblo, surtiéndose, para todo, de una importante villa vecina, Badalona, donde no era conocida.
A la Magdalena bruixa se le atribuían algunos hurtillos, no sé si con razón, y sobre todo la propiedad de embruixar, o sea la facultad de propinar el mal de ojo a la gente menuda de la localidad.
Esa bruja iba siempre pobremente vestida con su pañuelo en la cabeza echado hacia los ojos, de manera que se le veía muy poco el rostro, y llevaba invariablemente un cesto en el brazo izquierdo y una caña corta en la mano derecha, que le servía de bastón. Hablaba sola y hacia ciertas evoluciones al andar, y daba tres vueltas alrededor de las higueras y de los perros que, al pasar, encontraba dormidos. Cuando esa pobre anciana cruzaba alguna calle de la población, lo cual se permitía de uvas a peras, las mujeres que la habitaban llamándose entre sí dando la voz de alarma para hacer entrar en las casas a los chiquillos que se hallaban en la calle – lo mismo que se hace en los pueblos cuando pasa un perro rabioso, - para que la Magdalena bruixa no tocara ni mirara siquiera a los niños y niñas, lo cual bastaba para hacerles enfermar.
Y claro está que todas estas enfermedades no las curaba el médico del pueblo, sino una “santa” que había en la inmediata villa de Badalona, o acudían a una célebre sonámbula llamada “la Agustina de Molins de Rey”, que tenía su gabinete de curación en una taberna de Barcelona existente en la calle de Tallers.
Una vez púsose muy mala una niña de Tiana, y como se le antojó al fanático del padre que la enfermedad de su hija se la había propinado la Magdalena bruixa, que acertó pasar unos días antes mientras la niña estaba en la calle, de cara a la pared, haciendo encaje con sus bolillos, fue el hombre a encontrar a la pobre anciana y le asestó una tremenda paliza para que quitase el mal de ojo que había dado a su hija.
Más tarde hemos sabido que esa bruja, tenía un hijo en Barcelona, quien iba a verla algunos domingos, le cuidaba la casa y le daba lo necesario para vivir a su gusto, sola y aislada completamente de la humanidad, y así acabó sus días.
Josep Ma Toffoli Carbonell

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